Por Luciano de Antonio Fernández
29 DE SEPTIEMBRE DE 1547 EN Alcalá DE HENARES,
23 DE ABRIL DE 1616, Madrid
“Si alguna vez viajas a España, no olvides hacer el camino del idioma, yantar en sus fondas y caminar sus ciudades”
En estos tiempos esotéricos, dominados por peregrinaciones y búsqueda de lo maravilloso, es obligado detenernos a mirar el sendero del Idioma Castellano desde su nacimiento en las regiones de La Rioja hasta la madurez en Palos de Moguer, Huelva o Cádiz, cuna de los últimos Premios Nóbel.
“En una comarca dura y belicosa del norte peninsular, gente ruda y mal hablada dio origen al Castellano, una corrupción del Latín vulgar.” Allí nació el idioma y así lo catalogaban: “Sonoriza más consonantes latinas que sus vecinos el aragonés o el gallego. Diptonga de manera más arriesgada. Elimina muchas más vocales postónicas. Introduce muchos más sonidos guturales y velares de los que suenan en el fondo de la garganta. Llena sus vocablos de sonidos vibrantes, de erres casi impronunciables para los habitantes de las regiones limítrofes” ¹
Iniciamos el recorrido en los pueblos de La Rioja, desde San Millán de la Cogolla. Situados a pocos kilómetros de Logroño, junto a los baños del río Tobia (sic) hace su historia en este pueblo en el que dos monetarios de benedictinos dejan su impronta. El monasterio de Suso, (arriba) y Yuso (abajo) guardaron celosamente, durante muchos años, el secreto del origen del Castellano. Eran centros de acogida de peregrinos que desde Francia hacían el camino de Santiago.
En el margen de una homilía de San Agustín, escrita en latín, algún monje hizo anotaciones en lengua romance, conocidas como Glosas Emilianenses. Son el primer manuscrito del idioma castellano.
El rey Sancho III mandó construir el monasterio donde fue enterrado su fundador (San Millán) en el año 574, posteriormente el rey García levantó el monasterio de Yuso. Unos kilómetros más cerca de Burgos, nos encontramos con otro pueblo arrasado varias veces por los árabes y reconstruido por su fundador: Santo Domingo de Silos, hoy célebre por su música gregoriana. Allí encontramos las Glosas Silentes con sus comentarios en castellano antiguo sobre hechos de los evangelios que rivalizan con San Millán, de ser los primeros pasos de nuestro idioma y la región donde mejor se habla el castellano. Alfonso X, el sabio, en el siglo XIII, convirtió este idioma joven en habla oficial, ayudando con sus escritos a la grandeza del hombre.
Aunque el frío asusta al peregrino, es necesario llegar a Burgos y entrar por la puerta del rey desde donde se aprecian las agujas de su catedral gótica. El espíritu cidiano, desde aquel día en que se cerraron las puertas y ventanas por orden real, a Rodrigo Díaz de Vivar, lo llena todo. Templos, calles estrechas, casas medievales y el río presidido por la estatua del héroe.
Una nueva etapa nos llevará hasta la escultórica Valladolid, fría y rancia como lo es Castilla, donde encontramos la casa de Cervantes, convertida en museo de sus recuerdos y de su tiempo. En 1603 llegó a la cuna de Felipe II, y tumba de Cristóbal Colón, después de salir de la cárcel real de Sevilla, a la que lo llevaron algunos cuantos errores en las cuentas presentadas como recaudador de impuestos, el autor del Hidalgo don Quijote de la Mancha. En las calles y cárceles escribiera Fray Luis de León, Cervantes, Quevedo, José Zorrilla, Jorge Guillén y Miguel Delibes. Es indispensable pasearla a pie desde la plaza central hasta la iglesia de San Pablo, desde el paseo Zorrilla, hasta el museo de la Escultura, para apreciar la dimensión de universalidad que guarda en sus fachadas y museos.
El 26 de Septiembre de 1604 se daba la orden de imprimir el Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha y al comienzo de 1605 apareció la primera publicación. ² Recorremos los pequeños pueblos llenos de recuerdos, hasta “toparnos” en Salamanca, en el puente romano sobre el río Tormes y en el monumento al Lazarillo. Entre sus calles encontramos universidades que nos transportan al renacimiento o al barroco, a la historia y a la cultura, como su plaza cuadrada, la segunda más grande de España, siempre abierta a estudiantes y turistas.
El original Libro del Buen Amor, del Arcipreste de Hita o el espíritu de Miguel de Unamuno, rector emérito de la terquedad, compaginan con la calma de Fray Luis de León, quien después de salir de la cárcel, retenido por la inquisición, saludó a sus discípulos con la frase “decíamos ayer”, para quitarle mérito a la injusticia. Pinturas como la Inmaculada de Murillo, en una sencilla iglesia, contrasta con la portada de San Esteban, convento de los Dominicos; la biblioteca de las Escuelas mayores, lo hace con su doble Catedral, soñadoras de ilusiones que nos obligan a unir peregrinaje y arquitectura, idioma y piedra fría y rosa de granito, pasado e historia contemporánea.
No podemos detenernos más tiempo en la ciudad universitaria más antigua de España y dirigimos nuestros pasos hacia Ávila. La ciudad “está dormida junto al río” Alhaja petrificada en el tiempo y temerosa de perder el espíritu reformista del Carmelo que la monja andariega dejó regado en sus conventos de la Encarnación y San José. Obras como las murallas, el Castillo Interior y el Cántico Espiritual, perduran en la penumbra de cada callejuela de la ciudad medieval amurallada. El idioma toma fuerza en esta “tierra de nadie”, Ávila de los Caballeros, junto a las figuras de Teresa y Juan de la Cruz. La brillantez de imágenes literarias , la antítesis “muero porque no muero”, y el carácter recio de las personas que marcan esta región, “tierra de santos y de cantos”. “Santa Teresa de Jesús cumple un ideal renacentista, escribe como quien habla”. ³
Madrid – Alcalá de Henares: Dos ciudades unidas por la misma figura, nos obligan a descansar en ellas unos días, para recordar su importancia en Miguel de Cervantes Saavedra. En Alcalá de Henares, ciudad de Nebrija y Cisneros, nació Miguel de Cervantes el 29 de Septiembre de 1547. Una casa castellana que se abre como museo Cervantino, vio nacer al genio de las letras y aumentó su fantasía hasta que la muerte de Gaspar Ezpeleta a la puerta de su casa, le llevó nuevamente a la cárcel. La ciudad es la sede del premio Cervantes, otorgado el 23 de Abril y del Instituto del mismo nombre, es el trasegar de la universidad Complutense, es la Meca del Idioma, que nos invita a conocerla.
A 20 Kilómetros está Madrid, ciudad donde se encuentra Cervantes desde 1568, recibiendo la enseñanza humanista de López de Hoyos. Calles como San Eugenio, soportaron el ruido de la imprenta donde se editó por primera vez el Quijote; la calle Lope de Vega, guarda hoy como triste ironía el convento de las Trinitarias Descalzas, donde está enterrado el genio de los ingenios. En la Plaza de España, los visitantes graban la ida junto al monumento de Don Quijote y Sancho, olvidando que es la plaza de las Cortes donde se conserva la estatua del Siglo XIX en homenaje al principal escritor de nuestras letras. Miguel de Cervantes firmó su identidad y mérito en el viaje al Parnaso: “Soy el primero que ha novelado en lengua Castellana”: Murió el 23 de Abril de 1616. El Caballero de la triste figura encierra entre sus páginas la sátira contra los libros de caballería que dominaban las mentes de su tiempo, la universalidad de sus ideas, la combinación y variedad de elementos literarios que perpetuaron su figura, incentivaron la perfección comunicativa. Es, en fin, la síntesis de diversos géneros literarios, unos nacidos en la dulce Toscaza y otros en la fría Castilla. Dinamiza la lucha entre el idealismo utópico de Alonso de Quijano, y el pragmatismo que huele a “Cocido” del escudero “Sancho”, entre el invisible amor de Dulcinea y el diario trasegar de Meritota en la venta.
Pasando por Toledo, la ciudad de las tres culturas, árabe, judía y cristiana, y por Sevilla, memorial histórico de Andaluz, saltamos a Huelva, Palos de Moguer y Cádiz para recordar los dos premios Nóbel de la Literatura, poetas de ayer, de hoy, quijotes de ensueños, de palomas y Plateros. Juan Ramón Jiménez y Rafael Alberti, son la coronación de la tarea iniciada en la Rioja.
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